“La palabra koka, de origen aimara significa “planta por excelencia”, los quechuas lo llamaron también bayo e hipadu o hipatu. Como abunda en estado natural en los andes tropicales, se le llama “la maravilla de los Andes”, que los incas la calificaron como planta divina”. Así inicia Jenaro Herrera el texto de La leyenda de la coca, en el libro de su autoría Leyendas y tradiciones de Loreto, páginas 185 – 191. Aquí una versión resumida de la leyenda.
La planta divina de los incas
“Las hojas de coca la usan los indígenas del Perú, Bolivia y Brasil desde remotísimos tiempos. Los incas divinizaron este arbusto con bastante fundamento y solo a ellos estaba reservado el cultivo de tan preciosa planta. Los indios que se dedicaban a faenas rudas como el trabajo de minas, grandes caminatas, ascensiones andinas y otros obrajes, mascaban las hojas, operación que llamaban chacchar, mezclándolas con llipta, especie de ceniza alcalina que pone en libertad el principio activo de la coca. Mucho se ha escrito sobre las propiedades de la coca, que preserva muchas enfermedades, repara las fuerzas perdidas, y aplaca el hambre y la sed.”
Origen de la coca según los antiguos peruanos
“Hubo al oriente del Cuzco, en la región de los quechuas, una mujer muy hermosa bastante liviana y corrompida. Su vida disipada y deshonesta escandalizó a toda la comarca y por eso los vecinos acordaron darle muerte por lapidación (apedreamiento o apedreo, es un medio de ejecución muy antiguo, en el que los asistentes lanzan piedras contra el reo hasta matarlo) y aplicaron el castigo con la mayor solemnidad posible. Una vez muerta la enterraron en medio del campo, brotando al cabo de tres meses de la fosa, una planta misteriosa, que fue la coca. Recogiéronse sus hojas y secándolas a la acción del sol, pudieron así conocer y admirar todas las virtudes de la planta. Nuestra generosa madre tierra, hizo esta vez evolucionar de los más sucios despojos una planta tan útil al hombre por el alcaloide que ella en si atesora y por eso fue que la llamaron “planta divina.”
Uso de la coca en el imperio incaico
“Las sacerdotisas del Sol llevaban la coca en una artística “chuspa” o jicra de tejido de fibras de palmera que pendía a manera de morral de una trenza o cinta que bajando del hombro izquierdo venía a caer hacia la cintura del costado derecho. Los adivinos o amautas del inca ofrecían ofrendas al Sol, a Pachacamac y sus demás dioses, quemando la coca con sebo de carnero. Los sacerdotes para hacer sus oraciones siempre la mascaban, ya sea cantando o ya sea llorando, implorando el auxilio de sus dioses. Los curanderos o hechiceros, hacían que los enfermos soplasen un poco de coca hacia el sol, pidiéndole con toda fe la salud perdida, que la recobraban, por efecto del tratamiento y los remedios administrados o por el solo imperio de la sugestión, que, en ocasiones, si no siempre, es de suyo decisiva.”
Coca y cocaína
“Alejandro Garland en su obra Reseña industrial del Perú, nos hace saber que, en el año 1905, existían en el país diecinueve fábricas de cocaína produciendo en el Perú ocho mil kilogramos anuales de este alcaloide, cantidad íntegra que se exportaba a Hamburgo, donde se le refinaba extrayendo el 2% de impurezas que ordinariamente contenía el producto nuestro. En el departamento de Loreto, por razón de clima y medio físico, la planta de la coca evoluciona de arbusto al de verdadero árbol, causándonos admiración su tamaño y desarrollo, como lo vimos por primera vez en las selvas adyacentes al distrito de Calzada en Moyobamba; y como es natural lo que gana en formato pierde en alcaloides, de manera que, a nuestro juicio, la coca de aquí no es tan buena como la de Huánuco o del Marañón en la zona de Balsas y Jaén.”
Nota final
Un instituto tan serio como National Geographic en un artículo titulado Coca, la planta sagrada de los incas. Presenta esta leyenda sobre el origen de la coca, que no difiere mucho de lo publicado por Jenaro E. Herrera, aquí el texto: “Una antigua leyenda andina cuenta que Kuka era una mujer de belleza tan extraordinaria que nadie en todo el Imperio podía resistirse a su atractivo. Sabedora de su poder, a lo largo de su vida Kuka se aprovechó de los hombres que caían rendidos ante sus encantos, hasta que la fama de sus malas acciones llegó a oídos del Inca, quien ordenó sacrificarla y enterrarla después de partirla en dos. Allí donde «sembraron» su cuerpo nació una planta de propiedades excepcionales, que otorgaba fuerza y vigor a los hombres y mitigaba sus penas. De nombre le pusieron coca, en honor a la bella joven.”
La coca fue tan importante en el imperio incaico que llegó al punto de convertirse en un medio de pago, como si fuera oro o plata.
Bibliografía.
Genaro Herrera. Leyendas y tradiciones de Loreto. Segunda edición. Dirección Regional de Educación de San Martín y Editores Asociados. Moyobamba, San Martín, Perú, 2003.
Google. Transnational Intitute. Hoja de coca: mitos y realidades.
Google. National Geographic. Coca, la planta sagrada de los incas.