Este artículo está dedicado especialmente a mis compañeros de música y amigos de la banda “Los Raffas.”
La música es sonido, el sonido viaja a través de ondas las que al estrellarse con nuestros tímpanos generan señales eléctricas que son interpretadas por el cerebro. Estas interpretaciones estimulan todas las zonas de la “masa gris” pero más específicamente las relacionadas a la afectividad, las emociones y las zonas que coordinan el movimiento, encuentro donde nace el baile. Una vez dentro de nosotros la música según las circunstancias donde es escuchada puede calar en lo profundo de nuestros recuerdos y motivaciones estimulando la descarga de alegría, tristeza, cólera, paz, etc. Su efecto es tan potente que incluso pacientes con condiciones crónicas de Alzheimer mueven los pies al ritmo de una canción especial de su juventud, de igual manera las melodías escuchadas durante la gestación quedaran grabadas en nuestro inconsciente indefinidamente. La música trasciende también la individualidad, así durante milenios ha sido utilizada como medio de conexión con el misterio de la espiritualidad. La sabiduría muchas veces descansa en el contenido de una canción, y el uso adecuado de tonalidades, acordes y melodías puede conducirnos a estados meditativos profundos y sublimes.
La música une a los pueblos, a través de las piezas o canciones se graba la personalidad de las comunidades y de las épocas, fomentando el arraigo y la sensación de pertenecer a un lugar, ambos aspectos fundamentales para desarrollar ciudadanía. ¡La música cura¡ Y están ampliamente demostrados sus usos terapéuticos, acompañando eficientemente la rehabilitación, el trauma post operatorio, la superación de la adicción y depresión, esta última conocida como la principal causa mundial de discapacidad. En la Amazonía peruana se usan desde tiempos remotos los Ikaros, que son cantos medicinales inspirados en curanderos por la toma de plantas maestras. La música también nos da sentido, de ahí que cada evento tenga determinado fondo musical; para comer, para velar a un ser querido, para celebrar un cumpleaños, para casarse, para olvidar, para reencontrarse, todos estos eventos carecerían de magia sin una determinada melodía y armonía que los explique.
La música según su definición es el uso ordenado de sonidos para trasmitir un mensaje y en ese sentido es una batalla contra el ruido que representa el desorden, el caos, ambos aspectos curiosamente relacionados con la etimología de la palabra infierno. Desorden que nos estrella en las calles por no tener conciencia de lo que: cientos de motores encendidos y sin regular, sumados a otros tantos cláxones estridentes banalmente usados, junto al uso de equipos de sonido a volúmenes desmedidos, maquinaria de construcción y publicidad, pueden causar en nuestra integridad. La música es la respuesta a este suplicio de chillidos causantes en parte de jaquecas, problemas de atención y concentración, altos niveles de estrés e irritabilidad, insomnio, fatiga, bajo rendimiento laboral, problemas cardiovasculares, etc.
Cómo comunidad es necesario que velemos por nuestro derecho a llenar nuestras vidas de música, derecho que tiene múltiples espacios de aplicación. En la educación exigiendo que sea parte fundamental de un currículo que aspire a formar seres humanos integrales y no robots de oficina y junto a esto a que existan centros de formación superior que puedan explorar nuevos recursos musicales y recopilen otros usados en la antigüedad. En la salud solicitando la incorporación de la oferta de métodos preventivos y de intervención que usen eficientemente la musicoterapia. En lo comunitario propiamente dicho apoyando la formación de grupos locales en sus diversas modalidades expresando así la cultura contemporánea y estimulando el bagaje cultural. En lo referente a lo político, generando medidas para que todos podamos disfrutar de un ambiente libre de ruido y escojamos qué y cómo queremos escuchar algo.
En el día a día usted puede dialogar con sus vecinos para tomar acuerdos de los niveles de volumen adecuados para la cotidianidad y denunciando activamente a quienes sobrepasan estos límites saludables. Estimular a sus hijos pequeños permitiéndoles escuchar diversos géneros musicales y de ser posible el aprendizaje de un instrumento musical. Permitirse a usted mismo espacios de relajación donde escuche nuevas melodías o la disfrute en vivo, ser parte de la lucha contra el ruido.