En su mensaje al Congreso, el presidente Pedro Pablo Kuczynski, no dijo nada nuevo. Poco esperanzador, lo que nos demuestra una vez más que el gobierno de los tecnócratas de lujo no es sino puro ruido. Y las decisiones que está tomando, o dejando de hacer lo que debe, podría ser una distracción cuando no una provocación. Pues, en verdad, fue como la presentación de un informe de unos consultores que no han leído nada y solo son aderezos y afeites de otros trabajos. ¿Me explico?
Recuerdo que Fernando Belaunde Terry, en su primer gobierno, presentó ante el país un informe de lo que había realizado en sus primeros cien días de gobierno, publicado a toda página en el diario El Comercio. Aunque las comparaciones son odiosas, como dicen, el primer año de PPK solo nos ha mostrado una secuencia de frustraciones, conflictos, aunado a todo ello una marcada debilidad que daría la impresión que su gobierno se manejara por el espontaneísmo y el voluntarismo ciego, donde los tecnócratas no han tenido aciertos. Lo hecho por el ex Contralor Edgar Alarcón solo se le puede hacer a un gobierno al que se le sabe débil.
Coincido con muchos que dicen que PPK es un técnico y que su carencia de visión política no le permite avizorar lo que realmente desean los peruanos. Su encerrado mundo, que siempre estuvo en la ´tecnocracia´, donde se desenvuelven muchos farsantes, no le permite visionar el escenario deseable para los peruanos comunes y corrientes. Por eso, solo nos tienen embaucados con el sambenito de la lucha contra la corrupción, la muerte civil, la rentabilidad, el destrabe de las grandes inversiones, y no se han preocupado en serio en la auténtica reforma del Estado y en la modernización de la gestión pública del Estado, temas ausentes en su mensaje al Congreso.
Pero debemos rescatar que para el caso de Lima haya presentado el proyecto de ley para crear la “Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao”, pues la gestión de Castañeda es realmente atroz. Con respecto a la Contraloría, dijo: “No puedo dejar de referirme al rol de la Contraloría General de la República. Por razones inexplicables, ésta impuso gradualmente un régimen de eventual pavor entre funcionarios honestos: con denuncias penales por temas injustificados, acusaciones antojadizas… Es fundamental que la Contraloría reforme sus objetivos y métodos”. Para esto es imprescindible la destrucción de la cultura del miedo y de ese terror cósmico que aún les tienen a los auditores de la Contraloría.
Pero ninguna reforma del Estado será valedera y creíble si no se profundiza el proceso de descentralización del país. En un Estado descentralizado se podrán tener leyes propias; se tomarán decisiones acordes a la realidad de los territorios y de sus pueblos dentro de la visión del desarrollo del país. Por otro lado, debemos destruir ese endiosamiento de quienes se autoproclaman y alucinan de técnicos y expertos y creerse que forman parte del círculo de los tecnócratas, sin haber leído ni Condorito siquiera. Como dicen: “A otro perro con ese hueso”. [Un próximo artículo: “Sobre la fundación de Tarapoto”].