El Coronel Valderrama, se serena y consulta anteriores archivos de asistencia que tiene a la mano. Abre cautelosamente las páginas.
– “¡Uyyy! ¡Qué tal concha! Tengo la lista aquí de los hermanos Ayaypampa, de las tres semanas sin ninguna falta de asistencia”.
Con esta versión del Coronel, el salón que estaba en un silencio total, se fastidia, se escuchan voceríos y no se entiende a ninguno. A lo que uno de ellos levantándose dice:
– “Pido la palabra mi Coronel, hay versiones de mis compañeros que comentan, y que debe ser situación de investigación lógicamente, que a los hermanos Ayaypampa, escucharon rumores de la gente, precisamente hace tres semanas, que están metidos en negocios nada santos.
A lo que interviene Teodolindo para confirmar y ampliar más lo que Silverio Rivasplata, acaba de informar.
“Mi Coronel afirma, yo tenía un examigo de nombre Capirón Madérico…-
A lo que le interrumpe el Coronel para decirle:
-¿Y por qué el término ex?
-“Simplemente mi Coronel, dejé de ser su amigo le aclara Teodolindo, por las razones que le paso a contar inmediatamente.
Este ex amigo mi Coronel, está asociado a una banda de narcotraficantes que exportan mensualmente diez toneladas de droga al extranjero. Capirón Madérico nos conversó a los tres, es decir, a mí y a los hermanos Ayaypampa, para vincularnos al negocio de la droga. Nos contó mil pajaritos, de hacerse de grandes propiedades y vehículos; nos contó que es muy fácil hacerse millonarios de la noche a la mañana. A lo que nosotros le contestábamos, especialmente yo:
-Precisamente por eso estamos estudiando para policías, para luchar contra esta lacra que es la droga, -le dije-.
A lo que dio fuertes carcajadas Capirón Madérico, indicando que la peor lacra que tú hablas, -nos dijo-, son las autoridades del Estado, esos congresistas que muchos de ellos, están en el Congreso solamente para aparentar, porque por debajo de esto amasan grandes fortunas, vehículos y propiedades, producto del narcotráfico.
El Coronel, estaba cada vez más pasmado y sorprendido de lo que estaba escuchando a un valiente estudiante que supo muy bien enfrentarse al seductor. El Coronel con la minuciosidad del caso hace la siguiente pregunta:
-¿Y qué pasó con los hermanos Ayaypampa?
A lo que Teodolindo responde:
-“Precisamente, mi Coronel, embaucados con la oferta millonaria, no pusieron casi ninguna resistencia, más que decir que somos estudiantes para ser policías.
Capirón Madérico para borrar la inseguridad y duda que aún tenían Tormenta y Rayo, les dice riéndose mucho más:
-¡ja ja ja!, ¡juevitas es todo! ¡Ja ja ja! Saben ustedes, los que tenemos dinero compramos todo, todo, totalmente todo, por ejemplo –les dice hablándoles ya directamente a los hermanos Ayaypampa-, podemos pagar un fuerte bolsón de dólares a los que manejan todo el control de asistencia de la escuela, si ustedes se comprometen y se vinculan desde estos momentos al negocio, elaboración y exportación de la droga.
Con este lavado de cerebro continúa Teodolindo, los hermanos Ayaypampa, inmediatamente firmaron sendos documentos en señal de socios del narcotráfico, a lo que recibieron también de una manera inmediata un fajo de billetes de cinco mil dólares.
Luego Capirón Madérico, me mira entre serio y risueño –sostiene Teodolindo-, y estira su mano hacia mí, con un fajo también de cinco mil dólares, a lo que le dije, mira Capirón Madérico, si realmente somos amigos, no me ofrezcas ese dinero, si te recibo, voy a perder tres cosas: te voy a perder a ti como amigo, y voy a perder mi carrera que estoy estudiando, sobre todo voy a perder mi libertad.
A lo que me contestó de una manera risueña:
-¡“Cómo tus compañeros Ayaypampa tienen otra mentalidad”!
-¡Ah, tú lo dices! –le respondí-, “ellos tienen otra mentalidad, yo tengo otra”.
“Oye Teodolindo continuaba su perorata Capirón Madérico, no seas huevón on, vas a vivir jodido con ese sueldito de policía, arriesgando tu vida además con tantos delincuentes que hay hoy en día. Mira –me dice, acercándose mucho más y moviéndome los hombros-, yo ya estoy en este negocio nueve meses, y nada, absolutamente nada negativo me pasa, además tengo ya contacto con altos oficiales de la policía y jueces y fiscales, previendo de repente una ligera caída, les estoy mojando la mano con fuertes fajos de billetes”.
“Así se trabaja mi querido Teodolindo en este negocio –me dice con más insistencia-, este negocio es de valientes e inteligentes, y tú tienes estas dos cualidades”.
“Claro que la tengo –le respondí-, pero no para este negocio, sino para la carrera que estoy preparándome”.
-“¡Carajo! ¡Qué terco que eres huevonazo!” –Exclamó sin mirarme y se retiró sin darme la mano.
A los hermanos Ayaypampa cuando se retiraron, le capté algo lo que Tormenta le comenta al oído de Rayo: “se va a lamentar este concha su madre más adelante”.
Inmediatamente los tres subieron a un lujoso auto que les esperaba a media cuadra de la novena calle del jirón los jardines.
El Coronel estaba más que extasiado del asombro, a lo que reacciona seguidamente:
-“¡Qué Valiente muchacho”!
Se queda pensativo y en silencio un breve momento.
“Ah, -dice-, en razón el padre de estos ayaypampas, al inicio que les recibí como “destacados” estudiantes, con los certificados cuyas calificaciones eran “sobresalientes”, me dijo que son listos para la acción, solo faltó que le agregue “listos para la acción del mal”. ARTA