Los recientes atentados terroristas en Egipto (en octubre: bomba en avión ruso con más de 200 pasajeros), en Francia (129 muertos), y las masacres en Siria por el extremismo del estado islámico (ISIS) que se quiere apoderar del país causando los bombardeos de naciones unidas que han matado a miles de personas inocentes ha llevado al mundo a verter masivamente en las redes sociales su pesar y también hemos visto proliferar los conceptos de resentimiento hacia lo que se entiende generalmente por RELIGION manifestando muchas personas sus ideas de que la religión (?) es la CAUSA de toda la violencia y matanzas de la historia y que por eso “la religión debería desaparecer” o “las religiones ya no deberían existir” etc.
Estas expresiones evidentemente necesitan ser asumidas con un sentido EPISTEMOLÓGICO como lo propugnamos desde la Fundación Magna Fraternitas Universalis Dr. Serge Raynaud de la Ferrière (www.magnanet.org) es decir con un sentido que abarque en su análisis el estudio de todos los factores que determinan el surgimiento de alguna idea o de la vida misma.
Así, epistemológicamente hablando, tendríamos que –antes de aceptar o rechazar alguna idea o propuesta como esta de “acabar con las religiones”- comenzar por preguntarnos ¿qué entendemos por religión? O ¿a cuál de los sentidos de la palabra religión hablamos? Y también ¿qué significa verdaderamente la palabra religión?
Podemos comenzar con aquella definición tan preclara que nos alcanza el Dr. Serge Raynaud de la Ferrière, de un destacado intelectual francés, el Profesor BOUCHER, Psicólogo de las Escuelas Normales de París:
“Veneración y Amor por un Ideal hacia el cual tienden todos los impulsos del corazón y todos los esfuerzos de la vida cotidiana. Es una especie de síntesis de todos los sentimientos del individuo, especialmente de sus sentimientos intelectuales, estéticos y morales, sentimientos vastos y complejos dominando a la vez su vida intelectual, afectiva, y su vida activa. Un Alma religiosa no es necesariamente un alma que tiene tal o cual creencia, un tal dogma, que adora esto o aquello, de tal o cual manera, es, ante todo un Alma en la cual un Ideal Superior de cualquier manera que se le represente o de cualquier nombre que se le llame, se ha apoderado de todos los resortes sentimentales y activos, ha subordinado todas las inclinaciones secundarias y dirige la vida entera del individuo”.
En ese sentido podemos decir que muchas personas –aun los que se consideran “ateos” o “agnósticos”- SON RELIGIOSOS puesto que tienen un IDEAL SUPERIOR que se apodera de todo su ser y de toda su vida. Por ejemplo el Maestre Dr. Serge Raynaud de la Ferrière ilustra con el caso de Shelley así: “¿Acaso, Shelley no habló de la naturaleza como un panteísta, como alguien que rinde culto a las fuerzas exteriores, a las influencias, y a las bellezas? ¡Este poeta como tantos otros, se ha expresado mejor de Dios en pocas veces, que un verdadero teólogo!” y luego concluye categóricamente: “HE LEÍDO A ATEOS CUYAS LÍNEAS TRASLUCÍAN LA DIVINIDAD EXPRESADA CON ALTURA”…
Por mi parte puedo ver a cada instante personas apasionadas por un IDEAL SUPERIOR (es decir, personas RELIGIOSAS) como la protección de la naturaleza, el arte, la educación de la niñez, la Paz mundial, etc. que sin embargo declaran no pertenecer a ninguna religión y más aún no creer en ningún dios.
Por otra parte tampoco se entiende muy correctamente cuando se habla de DIOS:
“No hay, naturalmente, que asimilar a la Divinidad a un ser antropomorfo. EL HECHO DE CONOCER A DIOS LIMITADAMENTE BAJO UNA REPRESENTACIÓN CUALQUIERA TUVO COMO CONSECUENCIA QUE LAS MUCHEDUMBRES IDENTIFICARAN A DIOS CON LA IGLESIA Y CON LOS SACERDOTES, Y DE ALLÍ A NEGAR SU EXISTENCIA SÓLO MEDIABA UN PASO. Decir Naturaleza, Providencia, Destino, es admitir al Creador, al Arquitecto; por consiguiente a Dios. Todo consiste en concebir que nada es viable sin un Principio Inteligente. Sea con la ciencia que fuere, se sube fácilmente bastante lejos en la escala de evoluciones; pero esto no indica que alguna teoría materialista, haya podido dar la explicación de la primera célula inicial.”
Dios es muy poco comprendido y estudiado verdaderamente (y no ayudan en esto mucho los religiosos de las diversas sectas del mundo) y entonces se niega su existencia diciendo que “si existiera no dejaría que los niños sufran, etc.”. Esto me recuerda una maravillosa anécdota narrada por Ouspensky:
“Deme un ejemplo de alguna cosa que el Señor no pueda hacer, dijo el obispo examinador. —Es muy simple, su Eminencia, contestó el seminarista: todos sabemos que ni el Señor mismo puede ganar [en un juego de cartas] a un as de triunfo con un dos ordinario.” Nada podía ser más claro. Había más sentido en esta tonta historieta que en mil tratados de teología. Las leyes de un juego son la esencia misma del juego. La violación de estas leyes destruiría el juego entero. Es tan imposible que el Absoluto [Dios] interfiera en nuestra vida y sustituya con otros los resultados naturales de causas creadas por nosotros, o fuera de nosotros, como que un dos le gane al as de triunfo. Turgueniev escribió en alguna parte que todas las oraciones ordinarias pueden reducirse a ésta: “Señor, haz que dos y dos no sean cuatro”. Esto es lo mismo que el as de triunfo del seminarista.” (Continuará)