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viernes, abril 26, 2024

Amigo invisible

Terminas feliz o decepcionada, a veces te conformas y en otras lo ayudas. Es un intercambio que sorprende y encandila. No lo hacemos muy seguido y todo depende del entusiasmo que le agregue y la motivación que aparezca.

Estamos en la recta final y me alegra haber llegado sana y salva, y es que en medio de tantos virus, estar entera de pies a cabeza y no haber enloquecido en el intento de sobrevivir, es casi un milagro.

Este mes siempre ha estado cargado de altas dosis de amor, paz, felicidad y buenos deseos, muchos de ellos camuflados en esa careta que varios tienen puesta para poder aparentar ser buenos cuando en realidad son unos desgraciados.

En estas fechas no solo se encienden las luces multicolores, se desempolva a José, María, los reyes magos y todos los animales. Sino que además aparecen una serie de eventos que implican que derrochemos dinero y felicidad por doquier.

El amigo secreto es el clásico de clásicos, en años pasados era típico hacer reuniones con muchas personas, con trago y con regalos para presumir, el más caro es más exhibido. Un intercambio social que se ha convertido en carnicería por “querer siempre más”. Este popular juego resulta estresante, porque la dosis de interés aumenta y con ello la esencia de compartir se esfuma, lo superficial se apodera de las personas, volviéndolas locas.

La pandemia no solo nos limitó a pasar día de la madre, del padre, música criolla, entre otras festividades que se acostumbraba salir o reunirse con más personas. La emergencia sanitaria ha ido más allá y se llevó completito el 2020, eso sí, sin antes apoderarse del amigo secreto, tu cena navideña y tu reventonazo de fin de año.

Ahora toca tener un amigo secreto bien de lejitos, coger un plato con comida y una copa con vino y sentarte frente a una computadora, sonreír a más no poder, pero antes debes hacer llegar el regalo a la casa de tu amigo y cuando te llegue el tuyo, simplemente debes poner cara de sorpresa y agradecimiento, porque para todos deber ser la persona más feliz.

¿Se han dado cuenta que todo esto es una payasada? Que en tiempos difíciles es un casi pecado derrochar dinero en eventos superficiales, cuando deberíamos haber aprendido la lección y optar por ayudar a los más necesitados, a aquellas familias que no tienen nada, padres que no tienen trabajo por culpa del coronavirus y a tantos niños que lloran porque estas fiestas no tendrán a sus padres al lado y menos una cena o un regalo.

Es momento de pensar en el resto, dejar de pensar en uno o dejar de hacer cosas solamente porque se deben hacer. El amigo secreto es el evento que en un 70% se realiza por obligación y en casi un 80% no quedan satisfechos. Por lo que no entiendo cómo se puede realizar una actividad si a las finales no brinda felicidad, sino todo lo contrario.

Este año me libré de tanta hipocresía, ando hibernando, lejos de tanta falsedad, tratando de reinventarme, pensando en que lo más maravilloso es estar bien y que los míos también lo estén. Voy terminando el año sin Covid, pero con un montón de sueños por cumplir.

Ya puse mi árbol de navidad, mi nacimiento y las luces. Seguimos con la tradición para sentir que hay esperanzas de que las cosas mejorarán, de que el próximo año todas las personas reactivarán su economía, reconfortarán sus sentimientos y tendrán esa alegría de volver a soñar, de volver a vivir.

Así que ya saben, dedíquense a amar a los suyos y olvídense de adular a amigos invisibles, aquellos que lejos de alegrarse por un regalo, terminarán odiándote por tu mal gusto.

Busquemos amigos reales, no amigos invisibles. Busquemos ser felices sin tanta tontería de por medio, porque lo real no necesita estar envuelto en papel de regalo.

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