24.8 C
Tarapoto
viernes, mayo 3, 2024

Navidad en junio

¿Navidad en junio? Es muy probable que el mundo cambiase si el espíritu de bondad, generosidad, entrega, altruismo de creyentes y no creyentes se hiciera concreto todo el año y no solo en diciembre.

Sin embargo, durante once meses nos olvidamos del espíritu navideño que nos invade a fin de año y no tenemos en cuenta a los niños de la calle, a los abuelitos abandonados y a la gente que necesita ayuda. Recién cuando llegan las fiestas decembrinas los sentimientos de amor o ilusión llenan el corazón humano de benevolencia.

Los datos del INEI señalan que más de tres millones de peruanas y peruanos viven en situación de pobreza debido a la pandemia y la crisis económica, que más de tres millones de personas no tienen acceso al agua potable y siete millones, en costa, sierra y selva, no tienen acceso a red de alcantarillado o desagüe en sus viviendas.

Además, se observa en el país la presencia de migrantes, vendedores informales o ambulantes, niñas y niños que piden dinero en las esquinas y personas que solicitan comida a diario. No solo en junio o en diciembre, siempre podemos hacer algo.

Es importante contribuir de forma material a quien lo necesita, a pesar de que la donación no solucione el problema de la pobreza. Ante ello, el padre Alberto Hurtado dejó en claro que “acabar con la miseria es imposible, pero luchar contra ella es un deber sagrado”.

Y el combate contra la miseria no solo se logra con la entrega de comida, ropa o dinero -que sí es importante-, sino que comprende también tener tiempo para los demás, saber escuchar, no querer imponer mi opinión a como dé lugar, evitar una pelea o discusión inútil, hacer una llamada a un familiar o a un amigo.

No se requiere, muchas veces, acciones extraordinarias o esfuerzos sobrehumanos que nos alejen de nuestras responsabilidades familiares, laborales, estudiantiles. Evitar que prime el egoísmo, la insolidaridad y más que ser buenos, ser justos y honestos.

La honestidad y la justicia implican hacer lo que cada uno tiene que hacer. Realizar nuestras acciones como seres humanos en nuestro centro de estudios, nuestro trabajo, hogar y en la sociedad. Actuar como personas anónimas en lo cotidiano, de manera ordinaria y sutil, y por eso precisamente es que hacemos mucho.

Se necesita gente que aprecie la música, que cultive su jardín, que realice su trabajo, que agradezca que alguien lo ayudó a reflexionar, que acaricie a un animal dormido, que quiera justificar el mal que le han hecho; esas personas que ignoramos que existen, realmente están salvando al mundo, nos decía Jorge Luis Borges en su poema Los justos.

Algunas veces, la ayuda puede hacerse concreta con la difusión de campañas de solidaridad de distintas asociaciones, el fomentar diversas iniciativas de ayuda al medio ambiente, donación de sangre, participar de acciones de voluntariado o de grupos de lectura para personas que lo requieran.

No entregar una dádiva con desdén y solo hacerlo durante las fiestas navideñas, pensar que todos los días hay gente alrededor que no tiene lo suficiente para comer, para abrigarse o que se siente sola, deprimida y sin ánimos. Como dicta la canción Agapimú, que popularizó la española Ana Belén, que cada persona, que conozca o no, sea para mí “el peso que no pesa”.

Artículos relacionados

Mantente Conectado

34,543FansMe gusta
280SeguidoresSeguir
1,851SeguidoresSeguir

Últimos artículos