Por: Carlos Cabrera Oliva
Se van nuestros guías, las luminarias de nuestra adolescencia y naciente juventud, los que fuera de casa complementaron nuestra formación. El maestro Gilberto Zamora fue uno de ellos. Docente nato, buen filo político, conciliaba bien las matemáticas con el huidizo interés de los alumnos. Gran sentido del humor y de soluciones prácticas. El último día de clases, con el que nos despedíamos de las aulas del colegio, tras darnos los resultados del examen final, hubo más de diez jalados. Lo rodeamos en el patio y alguien empezó a pedirle que por ser el último examen diera una ayudadita, un medio puntito más para que todos nos vayamos aprobados y contentos. Pajarito Zamora medio en broma, medio en serio decía que el examen sustitutorio iba a estar suavecito. De pronto por ahí se escuchó: «ya pue’ profe, un once nomás, no me van a pedir mucha matemática, yo quiero ser guardia», Pajarito reaccionó como si lo hubieran hincado con una aguja. «¿Quién más va a ser guardia?»…varios de los jalados levantaron la mano. «…ya, tienen once, desaparezcan de una vez…». Que Dios te tenga en su gloria maestro.