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viernes, mayo 3, 2024

El yachapeo juanguerrino, 2

Sobre esta manera especial de los juanguerrinos no he encontrado información en ninguna fuente oficial, ni en el internet ni en ninguna parte. Pero ya es parte de la cultura del pueblo, de sus vivencias y arraigada definitivamente y que también he escuchado a algunas damas del pueblo, ¡que se las traen!, y tanto que ellas suelen ser más feroces. A través de VOCES informamos al mundo sobre esta especial particularidad de un pueblo.

Si bien el encanto del yachapeo está en las rimas, no siempre ocurre esto, porque lo más importante es la agudeza en la respuesta para darles “en sus resho” a los badulaques, a los angurrientos como en cierta oportunidad le pasó a un extrabajador de la Granja El Porvenir, quien reside en la parte baja del pueblo y que se la daba de fortachón. Pues bien, cierta mañana llegó donde se encontraba un grupo de amigos y sólo en bividí para que apreciaran su musculatura pues se creía un Walter Arce, y al llegar hizo alarde de su fuerza y dijo, abriendo los brazos: “Oigan debiluchos, ustedes saben que soy un bravo; ¿algo me falta para ser un verdadero toro?”. Y no faltó alguien que, presto, le contestó: “Sí, solo te falta el rabo, porque cuernos ya tienes desde hace tiempo”.

En el arte del yachapeo prima la rapidez y el ingenio que tiene que darse a la velocidad de la luz, si no perdería toda su gracia y sabor. Una parte de su encanto es la espontaneidad, como ya dijimos en la crónica de la semana pasada. Todos estos yachapeos expresan la situación personal de la gente, no siempre por el lado escabroso. Desde mi punto de vista es casi como vivir la escena del capítulo XIII de la primera parte de El Quijote de la Mancha, que es la más sabrosa y cómica de la literatura universal, porque ahí sorprende la rapidez de la respuesta del manchego al destruir la insidia del caminante Vivaldo. Por eso, amigo lector, si usted cree que no conocen su vida, tenga cuidado, porque en Juan Guerra le descubrirán su propia realidad.

En Juan Guerra si no hay yachapeada no hay reunión que valga la pena. Para muchos, estas reuniones simplonas se llaman consonanteadas y es parte del jolgorio. En la crónica pasada se dijo que esta tradición era centenaria; sin embargo, una información casi verificable refiere que su origen dataría de los años cuarenta cuando Cleto Arce Rodríguez organizó por primera vez la instauración de la patrona del pueblo en homenaje a la Virgen de las Mercedes cuyo día central es el 26 de setiembre.

Los juanguerrinos de esta época han realizado casi una categorización de los yachapeadores. Dicen, ahora, que Elisban “Cachibolo” Paredes Arce ya superó a su tío Manuel Elisbán Arce Chistama. Es pues, parte de la generación que se renueva. Y a un juanguerrino simplón le escuché decir que ellos sí eran “efectivos” porque de toda tabaqueada resultaba un hijo… Conociendo a muchos…..

Me contaron que una dama, casada y que tenía su amante, llegó donde el sobador del pueblo. Al preguntarle para qué quería que la sobe, ella contestó: “es que tengo una fuerte tos”. El sobador contestó: “Eso te pasa por vivir con dos”. (Comunicando Bosque y Cultura).

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