Javier Noriega Murrieta
Al leer el título de esta nota, seguramente usted, amable lector se preguntará, pero ¿qué pregunta con respuesta más obvia?, ¡el agua es vida sí!, por muchas razones tales como: es el medio en el que se inició la vida en nuestro planeta, es un recurso vital para la existencia de todos los seres vivos, aproximadamente el 70% de la superficie de la tierra es cubierta por agua, la cantidad de agua en el cuerpo humano puede variar desde el 50 al 75% y así podemos seguir con muchos otros datos que sustentan la importancia del agua, incluso muchos repiten como cliché el término ¡se puede sobrevivir sin amor, pero no sin agua!.
No obstante, pese a existir abundante información y evidencia sobre la importancia del agua para la vida, aún muchas personas exaltan la importancia del agua solo como retórica, pero no lo aplican en su vida diaria, en sus hábitos o costumbres, reflexionemos un poco sobre esto y solo en relación con el agua potable.
Pero primero, de acuerdo con informes oficiales del Estado, existe aún una brecha que cerrar en el acceso al agua potable en las ciudades, siendo mayor la brecha en las zonas rurales; nuestro país viene sufriendo estrés hídrico y al “2030 el 58 % de la población peruana vivirá en zonas con escasez de agua, producto de la crisis global por el agua que se avecina en el futuro y que tendrá al Perú como uno de los países más afectados en América Latina y el Caribe, informó el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico” (Ceplan, 20231).
Para poder cerrar las brechas en el acceso al agua potable se necesita inversión en nueva infraestructura y reparar o reemplazar la ya existente y que ha superado su periodo de vida útil; pero también todos los ciudadanos de a pie podemos contribuir en el uso eficiente del agua, esto último no necesita de mucha inversión, solo hace falta voluntad para cambiar nuestros hábitos y podría generarnos ahorros en el pago mensual de agua, cambios de hábitos tan sencillos como por ejemplo mantener cerrados los grifos para no desperdiciar el agua mientras nos cepillamos los dientes o nos afeitamos, tomar duchas de no más de 5 minutos, mantener en buen estado nuestras conexiones internas tales como los inodoros o tanques elevados para evitar pérdidas de agua, entre otros ejemplos e ideas que de seguro se pueden encontrar fácilmente en la internet.
También y aunque muchos renieguen, debemos ser responsables con el deber que asumimos al contratar el servicio de agua y es el de estar al día en nuestros pagos por el consumo, resulta increíble leer estudios respecto a la disposición a pagar que muestran que las personas prefieren pagar primero sus celulares (uno por cada miembro de la familia), luego el internet, Netflix, televisión por cable, la electricidad (sin esto no funcionan los anteriores) y al final pagan el agua potable, e incluso no pagan y recién se preocupan cuando ya están por cortarles el servicio, resulta también increíble escuchar a algunas personas que argumentan motivos religiosos para no pagar, como el que Dios ha puesto el agua en la naturaleza y por ello no se debe cobrar, desconociendo por conveniencia todo el proceso y el costo que tiene el producir agua potable.
Para ir finalizando, es importante no solo mejorar nuestros hábitos en el uso del agua potable que llega a nuestras casas, sino también cuidar los ecosistemas que contienen las fuentes de agua de la cual se abastecen las ciudades, no destruirlas ni contaminarlas, ya que sin una buena fuente de agua la infraestructura en la ciudad tampoco será suficiente para tener un buen servicio, es importante avanzar hacia una gestión integral de agua y así la frase “el agua es vida” no quede solo en retórica.