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viernes, mayo 3, 2024

¡Ni una menos! y por qué no sumamos también ¡ni uno menos!

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Se saluda las multitudinarias marchas en nuestro país con la consigna ¡NI UNA MENOS!, y es que cada vez que un hecho mueve las fibras sensitivas de la sociedad, esta reacciona, se pone de pie, se moviliza y generar nuevas relaciones sociales, jurídicas y políticas a partir de hechos concretos. Eso paso con la Ley antiterrorista, la persecución a los delitos cometidos por funcionarios públicos, la criminalización de la protesta, etc. En esta oportunidad, la marcha, nos dejará la penalización con penas elevadas y procesos inmediatos en todo lo relacionado a violencia contra la mujer.

Sin embargo, la violencia familiar, intrafamiliar, etc., no sólo es exclusividad de hombres contra mujeres, no son sólo las mujeres las víctimas, todos sabemos, y lo que pasa es que se considera tabú, que también hay una silenciosa e invisible violencia contra los hombres; que no se denuncie, que no haya un Ministerio exclusivo, como para el hombre como hay para la mujer, no signifique que no haya esa violencia, esa anida, se desarrolla y persiste en todos los estratos sociales y socioeconómicos.

Y si hay violencia entre los dos géneros, -hombres y mujeres, porque no se denomina el Ministerio de la Mujer, ‘Ministerio de Genero’, porque tenemos que asumir que sólo hay que levantar la voz contra la violencia que provenga de hombres contra mujeres, no es acaso justo y equitativo que la ley sea por todo el género humano, o es que aceptamos esa torpeza de ‘sexo débil’, que coloca al hombre como el más fuerte y por tanto violento.

Si no atacamos los viejos prejuicios y los estereotipos de una sociedad que mira tapándose un ojo, no podremos construir una civilización de amor; no basta combatir una problemática en forma parcial, menos en una sociedad dinámica, multicultural y multiétnica, hacerlo sería indirectamente apostar por un matriarcado que podría ser mucho más terrible que esta degeneración patriarcal que la sociedad nos impone de mil formas; por ejemplo, ¿hasta cuándo el Clero tiene que tener cerrada la posibilidad que las mujeres seas sacerdotes, o aspiren al papado?, sólo por citar un ejemplo.

Ahora la violencia no sólo es a patadas, puñetes, o insultos, también es violencia la falta de oportunidades, las carencias y limitaciones de amplios sectores populares, por ejemplo la negación por razones económicas a ingresar libremente y con las garantías de calidad y gratuidad a la educación en todos sus niveles y modalidades; ¿Por qué no marchamos también por el uso sexista de la imagen de la mujer en las publicidades?, esas que reducen el rol de la mujer a simple acompañante publicitario, ¿por qué no marchamos para instaurar una política nacional que aborde los miles de embarazos adolescentes no deseados y que mentalidades coloniales y retrogradas de ciertos sectores religiosos y políticos lo prefieren invisibilizado.

Vuelvo a incidir, se aplaude la marcha contra todo tipo de violencia contra la mujer, marcha que a mi juicio es parcial, lo justo y equitativo es marchar contra todo tipo de violencia de género, es decir también la protagonizada por mujeres contra hombres y lo digo en voz alta, porque de medias voces y silencios cómplices nuestro país está cansado.

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