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sábado, abril 27, 2024

Mi primera vez (con dos hombres)

conaromaycafe

¡Qué locura! Cada segundo mi corazón se acelera más, respiro con dificultad y mis músculos se contraen. Escucho gemidos que cada segundo son más intensos. Estoy agotada y ellos tampoco lo pueden ocultar, finalmente estamos extasiados.

El sudor se apodera de mi cuerpo. Mis sentidos han estallado, estoy ansiosa y quiero salir corriendo de este lugar. Quiero tocarlo y mis manos no reaccionan, todo empieza a dar vueltas y lo veo a él, como despidiéndose me recoge el cabello y mientras lo hace, el otro acaricia mi rostro buscando una respuesta. La calma se ha esfumado y soy el centro de atención, es un estado caótico. Caigo sobre el mueble azul, ya no siento nada. Escucho sonidos, el dolor sale de mí y no sé qué hacer. Una, dos, tres, y ya no doy más. Esto realmente resulta agotador.

Mis palpitaciones cardíacas cada vez son menores, necesito aire. Mi cuerpo no responde a mis impulsos y me dejo llevar, como aquella hoja que vuela sin rumbo. Mis venas están rígidas y mi presión empieza a decaer. Esta tormenta de pasión arrasó con todo.

No se trata de un escenario imaginario que alimenta nuestra excitación. Estuve ahí con ellos, con todos, con los dos. Fue él, quien resultó emocionado con mi presencia, que hasta deliró. Llegó el momento de la primera vez, esa primera vez que casi me mata y resultó siendo una experiencia inolvidable. ¡Estuve a punto de morir!

Se nos vendió muy bien la idea de que solo se vive una vez y es preciso vivirla al máximo. Uno cree que la vida es eterna, entre más joven eres, más inmortal te crees. Nunca pasa por la cabeza que las actividades que haces puedan ponerte en riesgo, finalmente todos creemos que estamos muy lejanos del final, que eso le podría pasar a los demás, pero nunca a uno mismo. Eso me sucedió, pensé tener todo calculado y que mi momento para dar el máximo, era justamente éste. Así que ni los bronquios, ni el estrés podían tumbarme. Y aquí estoy, tendida en una cama y con dos hombres, él mi eterno amor y mi doctor, con olor a amor gitano y a locura viajera. Aquel que cuando convulsioné y pensé que moriría, fue el súper héroe que me devolvió la vida y me trajo de vuelta al mundo terrenal, para seguir alborotando las batas blancas de algunos que llevan los tensiómetros en el cuello.

Ahora me siento llena de vida y no importa cuán difícil haya sido mi día, siempre termino pensando en la próxima fantasía que llevaré a cabo en la vida real.

Mi primera vez con dos fue fantástica. Lo volvería a hacer una y mil veces más, eso sí, con menos corticoides, bajada de presión y convulsiones. Esta vez que uno me abrace mientras el otro me atiende en la sala de emergencia de un hospital.

Y sigo viva, aunque sea solamente por joder. Porque las verracas no mueren, las matan.

Doctor Ruiz Soto, sin glucosa por favor…

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