En la región San Martín, como nunca antes, la naturaleza se ha envalentonado y nos está diciendo que no nos quiere en sus feudos. Se quiere sacudir de esa sarna que la enferma, que mata, que no piensa.
De hecho, somos lo peor que le ha sucedido a este planeta y debería ser nuestra preocupación en el presente ser menos dañinos, pero no. Como leía hace algún tiempo, aun no hemos llegado al punto de no retorno, pero ya los primeros avisos de lo que se nos viene nos empiezan a invadir. De pronto en unos años tengamos largas sequías que generen además grandes incendios. Los focos de calor se han incrementado en San Martín en los meses secos, lo que nos hace entender (en estos años que cada vez más calientes), que estamos siguiendo un camino que no busca soluciones, sino que busca problemas.
Da la impresión que no tenemos cura, pero a pesar de ello, debemos, los que creemos en el futuro buscarla. Unidos, será posible enfrentar el problema. Formando redes, considerando las posibilidades y ejemplos que se presentan; presionando a nuestras autoridades para que se enteren que su función no es únicamente sembrar cemento, sino que va mucho más allá. Ojalá suceda en algún momento.