Tarapoto es una ciudad que se nos está yendo de las manos. O, de repente, ya se nos fue, pues, desde hace muchos años a ningún jijuna le ha interesado construir una identidad en base al rol histórico que le cupo a esta ciudad de Las Palmeras, pero donde ya no existen las palmeras gigantes y que eran el símbolo de la ciudad. A la alcaldesa Lluni Perea Pinedo le presentamos como doce cartas proponiéndole ideas que no le costaría casi nada de dinero, sino tan solo un poco de voluntad y criterio. Pero -de manera general- cuando las autoridades políticas no suman y solo cuentan con “correctos” administradores nada funcionará y ya vamos por más de un año. Alguna vez le enseñé a un alcalde que una gestión necesita líderes y administradores.
Tarapoto es -innegable no reconocerlo—el eje político y comercial de la región San Martín. Es el centro desde donde se “dispara” e irradia el turismo regional. “Turismo” regional… ¿hasta cuándo? Porque están desapareciendo nuestros bosques, ya perdimos nuestras quebradas y donde ya no es posible bañarse y si los turistas quieren hacerlo tienen que ir a un recreo donde se baña gente poco después de haberse `mandado` una frejolada con su tocino… Alguien dijo que -en Tarapoto- existen como doscientas piscinas. Y, bueno, ¿qué hacer? ¿Quiénes deben ver estos temas? Me estaba olvidando: el tramo de la carretera Cacatachi-Lamas ya se está convirtiendo en una avenida desertificada.
La semana que pasó la ciudad ha sentido la partida de dos valiosos tarapotinos referentes de la ciudad en la especialidad de las comidas. Me refiero a Urías Amasifuén Saavedra, propietario de la cebichería Los Diamantes y que funciona desde el año 1976; Dante Amadeus Saboya Reátegui, de La Collpa. Don Urías y don Dante llenaron casi cuarenta años de la historia de la ciudad. Víctor Amasifuén nos confirma que la cebichería El Waikiki, de Miguel Arakaki (+) es de la época del de su señor padre. No hay persona que no haya asistido a esos centros a degustar un rico plato y salir satisfecho y, además, le dieron identidad a nuestra tierra. Igualmente, ha partido a tierras lejanas don Marcos Macedo Pinedo, emblemático músico que nos hizo bailar desde los años sesenta y en VOCES publicamos una semblanza sobre el famoso Marcospión. Que descansen en la Eternidad; ellos que fueron parte de nosotros.
Con los Wiwaneros Ancestrales solemos conversar sobre los personajes citadinos tarapotinos que hicieron historia; mejor: que construyeron esta ciudad. Muchos no fueron precisamente tarapotinos, pero aquí se enamoraron y se quedaron para siempre. Y las nuevas generaciones deben saber que, en Tarapoto, muchos residentes que llegarían a alcanzar una sólida posición social y económica fueron comerciantes y arrieros. Mi promoción del colegio, Walter Arce Lazo me confirma que sí, en efecto, fueron conocidos arrieros la familia Leveau, el papá de don Urías Amasifuén (+), Doroteo Pérez, entre otros. Ellos prestaban sus servicios con sus recuas de mulas, principalmente desde el puerto Tingana (Juan Guerra) hasta la ciudad, recogiendo carga y pasajeros que llegaban en los hidroaviones. (Comunicando Bosque y Cultura).