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lunes, mayo 12, 2025
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La modernidad y sus falsos paradigmas

a través del cristal
Willian Gallegos Arévalo
columnista

Después de las cosas que vemos podemos hacernos unas preguntas: ¿Vivimos la hora de los excesos de los malos políticos? ¿Quién los controla o los pone límites? ¿Por qué tanta permisividad? ¿Por qué dar cabida para que se desarrollen protagonismos de individuos deleznables e impresentables? Ahí tenemos a un político desubicado, grandulón, egocéntrico, psicológicamente enfermo, pero “exitoso”: en una sociedad que se respetaría, ¿hubiera tenido éxito? Sí, pues, es uno de esos paradigmas.

Otro es la llamada “transparencia”. ¿Será que todos los que entran a la administración pública son potenciales ladrones y bribones que se van a levantar el patrimonio del Estado? ¿Vivimos en la era de los procedimientos a los cuales nos adscribimos como si fueran parte de la honestidad en la burocracia? ¿No nos han venido diciendo por largos años que la sociedad marchaba hacia la excelencia? ¿No vemos, acaso, que se han escrito tantos libros de motivación para que seamos mejores cada día?

¿Quiénes son los tontos que todavía se llenan la boca con ´eso´ que llaman competitividad, relacionado al éxito? ¿De dónde salen esos individuos quienes, con terno y corbata, nos llenan de charlas motivacionales con ideas de otros? ¿De dónde se copiaron? ¿Y esos grandes expositores cucufatos que pasan por ´expertos´ que no han leído más que algún libro perdido por ahí, y nos venden como idea genial lo que no es sino un contrabando? ¿Y esos “expertos” que están en todas, como ejemplo de exitosos y competitivos: Fritz y su consorte, por ejemplo.

El otro tema es el de la ´participación ciudadana´. El resultado del último proceso revocador demuestra que ha sido un juego al que nos han arrastrado. Las revocatorias arrastran a los ciudadanos a un proceso del que van a tener que formar parte aunque no quieran, y la gente acepta así nomás en nombre de la democracia. ¿Eso es “democracia”? ¿Hay espacio y tiempo para tanta sandez? La ley del absurdo. ¿Y quiénes son los ociosos que idearon esto?  ¿El pueblo no tiene respuestas?

¿Y dónde queda la llamada ética cuando se le exige a los otros para que lo practiquen mientras se hacen los ciegos en los casos que perjudican los intereses de la familia, del supuesto líder, o del suyo propio? Ahí tenemos a un congresista de aspecto mefistofélico, apañador del líder de su partido y con una carencia de autoestima, que ha tenido habilidad de venderse como temible. Y el pobre no se ha dado cuenta que le invitan a los programas televisivos porque sus intervenciones son parte de un circo. El pelado ese siempre está al lado de su zopenco líder.

Nuestra época ha impuesto paradigmas y rompe con los propósitos para los que fuimos educados; o para lo que supuestamente nos formaron. Los valores que nos enseñaron no sirven para nada cuando el poder político de las mafias se impone. Los partidos nacionales están dirigidos por un entorno amical y, en algunos de ellos, realmente mafioso con una militancia zafia y permisiva. Los militantes son solamente eso: seguidores de mafias que parecieran haberse hecho necesarios en el sistema.

La lucha contra la corrupción, ya nos llegó hasta la coronilla. Tanto se habla de ella, cuando el tema es la deshonestidad: de nuestros políticos y líderes nacionales, algunos que se han levantado el Estado y a quienes espera  “Piedras Gordas” pero es probable que eso no suceda por el tremendo fiscal que es un experto archivando casos emblemáticos. Son los tiempos del periodismo sin ética que pretende enseñarnos valores y repito el nombre de Fritz agregando el de Aldo. Y remarcando eso de la ´lucha contra corrupción podemos decir´: ese cuento ya lo conocemos.

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